¿Ley
de Aguas Nacionales o legislar las iniciativas ciudadanas?
En contexto
¿Se puede gobernar el agua? Sobre esta
pregunta versa el artículo en contexto realizado por el investigador del Centro
de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, Felipe de
Alba, en colaboración con el Mtro. Hugo Hernández.
Este trabajo lo versa en diferentes aristas:
La Ley de Aguas Nacionales y las iniciativas ciudadanas, desmenuzado: la
planificación del agua, ejes de discusión de los actores involucrados, los
conflictos, los resolutivos aprobados por la Comisión de Recursos Hidráulicos,
Agua Potable, y Saneamiento y las iniciativas en materia de aguas de la
presente Legislatura de la Cámara de Diputados.
De acuerdo con el escrito, el debate por “gobernar
el agua” está en el centro de las disputas por proyectos políticos de país, que
implica necesariamente analizar los sistemas, las jurisdicciones, las
competencias (internacionales, federales, estatales, municipales) y los
territorios con legitimidades y niveles de operación diferentes –comunitario o
individual, público o privado, entre otros-, pero que coexisten en la realidad.
Puntualiza en dos vertientes. Primero,
que en el debate sobre el agua se incluyen la variedad de discursos de poder,
la diferentes tipologías de decisiones gubernamentales y la gran amalgama de
intereses que representan las movilizaciones sociales. Igualmente, en el debate
actual sobre cómo “gobernar el agua”, se pueden identificar territorios donde
el recurso falta, pero también donde su manejo genera controversias públicas o
soterradas. Segundo, es cada vez más frecuente que los gobiernos, los
actores sociales o los actores políticos enfrenten situaciones “nudo”, es
decir, un choque de posturas, aparentemente no negociables.
El investigador del CESOP, pone sobre la mesa de
análisis algunos problemas de recurrencia discursiva en el debate del agua:
- El discurso hídrico se fundaba casi exclusivamente en buscar el aprovisionamiento hídrico a partir de fuentes lejanas, sin considerar que dichas acciones generaban nuevos conflictos sociales, pocas veces reconocidos.
- La práctica común de instalar sistemas de aprovisionamiento para alimentar la sed de las metrópolis dejaba de lado la promoción o el olvido de las culturas hídricas sobre el cuidado futuro del recurso, como una medida de concientización medioambiental.
- Las carencias hídricas en las zonas de riego han sido también un detonador de reacciones políticas por parte de los actores beneficiados o de actores afectados, estos últimos se localizarían en zonas con mayor presencia de población indígena. Todo ello representa una paradoja civilizatoria: de nuevo la metrópolis contra los pueblos originarios a los que, después de siglos de habitar sus territorios —y en cierto modo preservarlos—, han estado enfrentándose con múltiples decisiones federales de “extraerles el agua”.
- Aprovechar la oportunidad histórica para una nueva forma de “acuerdo hídrico” nacional, donde se ubica la pertinencia de los cambios legislativos en vías de una Ley General de Aguas o de una Ley Nacional del Agua. Se trata de una decisión histórica, sin duda.
Finalmente, el estudio señala la prioridad de enfocarse
tanto en la sostenibilidad como en los ejes de mayor racionalidad en las
previsiones de futuro. Se trata de la necesidad de mejorar los sistemas de
planeación, de aprovisionamiento, de abasto y, sobre todo, del uso racional y
del consumo sostenible, del acceso igualitario o al menos de su garantía.
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